domingo, 28 de agosto de 2022

Aventura anal con mi ex jefe

Don Fermin me había pedido vernos en un motel barato a las afueras de la ciudad, quería comerme el coño y platicar, costumbres de hombres en edad madura, no representaba gran esfuerzo y pagaría muy bien.

Su lengua caliente acariciaba con maña mi clitoris, sus bigotes canosos hacían cosquillas tan rico que me hizo gemir varias veces. Al terminar se recostó con la cara recargada en mi culo y comenzó a hablar de sus planes con la tienda, que quería llevar a su esposa de viaje como regalo de aniversario. El viejo aparentaba lo contrario, pero tenía buen dinero guardado, podría sólo dedicarse a recoger ganancias, pero no le gustaba la idea de estar todo el día metido en su casa y quería seguir comiéndose mi vagina.

-¿Qué haría sin tu rica panochita para alegrarme los días? Es un gusto que puedo darme, así como mi vieja se va a sus juntas con las viejas esas de la iglesia, yo disfruto venir y mamártela un ratito.

Sacó mis 4 mil pesos y los puso en la cama, se acarició el pene, lo tenía parado.

- ¿Te han cogido por el culo?

- Eso no. No me gusta.

- ¿Ya lo hiciste?

- No, me va a doler.

- ¿Cómo sabes que no te gusta si nunca lo has probado?

- ¿Apoco a usted le gusta por el culo?

- Nomas dar.

- No, yo le digo cuando vaya a animarme.

Después de esa conversación pasaron meses, casi un año, yo salí con Beto, luego conocí a Juan, el taxista y las cosas cambiaron.

Don Fermin había pasado una buena temporada de viaje con su esposa, visitaron familiares, al volver había nacido su segundo nieto y por una u otra razón, no nos habíamos podido ver. Pero yo quería dinero, así que le mandé un mensaje sugerente y sutil: Sobre la última vez, ya comprobé que sí me gusta eso. Saludos.

En menos de media hora hizo tiempo para vernos en el mismo motel de mala muerte.

- Quiero comerte toda la panocha y luego te cogere bien duro por el culo.

Sentenció mientras se quitaba la ropa.

- Primero salude-dije en tono bromista, él se acercó y me bajó la blusa, comenzó a mamar mis tetas, la verdad sabía como ponerme cachonda y bien mojada al mamar mis tetas. 

- Cómo extrañaba todo de ti, tus chichotas, tus nalgotas- manoseando - tu panochita peludita- tocando mi coño.

Me empujó a la cama y comenzó a cumplir lo prometido. Una vez que quedó satisfecho con mis fluidos, me puse lubricante en el ano, sabía lo que pasaría ahora.

Él comenzó metiendo un dedo con calma, con la otra mano masajeaba mi vagina, de repente con su pene me acariciaba el clitoris, entonces con suma cautela comenzó a entrar por mi ano, penetrando suavecito y rico. 

Yo lo acompañe con movimientos de cadera, íbamos al mismo ritmo, pero el morbo de hacerlo anal pudo más y comenzó a embestirme bien duro que no tardó ni los 5 minutos, su leche entró completita a mi ano, pude sentir lo caliente de su semen.

- Cada vez es más rico cogerte... - dijo mientras se tumbaba exhausto- Limpiate un poco mis mecos y vienes.

Obedecí, me limpié con papel de baño, al final me bañaría.

- Ponme tu rica puchita en la cara, quiero que me la restriegues, te la voy a mamar todita. 

Dijo antes de comerme riquísimo el coño. Al final me dio un fajo de billetes, me bañé y me dejó en la parada de taxis. Yo fui directo a mi depa a contar el dinero, eran casi 20 mil y una nota que decía ''Tú me devolviste las ganas de vivir y eso vale más que nada, cómprate cosas bonitas, yo invito'', aparte de caliente, el viejo tenía corazón.

Me compré algo de ropa y pagué dos meses de renta por adelantado, en ese tiempo vivía en un cuartito muy pequeño que solo costaba mil pesos al mes. El resto lo usé como fondo para emergencia y el principio de un ahorro para poner mi negocio. 

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