Lorna se aferraba a mi vagina y succionaba mis fluidos con pasión, yo me retorcía entre las sábanas gemido tras gemido.
Terminamos, desnudas bajo la luz de luna que entraba por la ventana sin cortina, ahora vivía en un doceavo piso, así que teníamos una vista envidiable.
Además de dar un oral delicioso, Lorna era trabajadora, se había forjado una carrera en tiempos en los que la igualdad laboral entre hombres y mujeres era un asunto raro, desde los 15 trabajaba para mantener sus estudios, al terminar su carrera tenía 22 años, 7 años le bastaron para ser la líder de proyectos en una empresa de mercadotecnia, dejando de lado a hombres temerosos de su capacidad laboral.
Cuando la conocí, yo tenía 21 y ella 28, había tenido una pelea con César, mi ex, un chico de mi edad que además de ser demasiado simple en la cama, era infiel. Luego de esa noche con Lorna, nos volvimos a ver cuando ella estaba en una celebración de su ascenso en el trabajo, la acompañaba Rob, su colega, un tipo alto y narizón, él no sabía que Lorna era lesbiana y esperaba tener oportunidad con ella.
Pero esa noche Lorna se sentía la reina del momento, Rob se marchó a casa con un sabor amargo al verse simplemente rechazado, yo me quedé con un par de amigos, cuando se fueron permanecí sola en la mesa, esperando que sus colegas la dejaran sola. El plan salió perfecto, fui al callejó de al lado a fumar y ella me siguió.
- Te vi.
- Lo sé... ¿y el narizón ese?
- Quiere conmigo, pero yo no quiero con él.
- ¿Vamos a otro lado?
- Me cambié de casa, te gustará mi nuevo depa.
Esa noche cogimos más rico aún, yo tomé el control y le di unas ricas mamadas de vagina, además nos frotamos tan rico que de nuevo nos mojamos toditas, ella sacó sus juguetes, un vibrador con el que nos masturbamos juntas.
Fumamos y comenzó a contarme sobre su vida. Seguimos viéndonos ocasionalmente por un año mientras ella iba y volvía con su pareja y yo iba y volvía con diferentes tipos, hasta esa noche.
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