martes, 18 de octubre de 2022

Jugando en el baño de un café

 Sola en mi habitación, recordando tu cuerpo, tus ojos y tus manos recorriéndome por completo. ¿Qué fue de ti?

La pregunta queda en el aire y solo pronuncio tu nombre, pienso en esa mirada penetrante, viendo del otro lado de la calle, desnudándome. Te imagino relamiéndote los labios, ¿te gusta este juego? Pienso en todo lo que podríamos divertirnos.

Te acercas entre la gente, entro al café y me quedo en la barra, esperando para pedir algo, pasas detrás de mí y tu mano acaricia mis nalgas.

Entonces vas al baño, finjo contestar una llamada y te sigo. Estamos solos en el baño, es pequeño pero se puede poner el seguro a la puerta.

Me tomas por el cabello y me das la vuelta, me muerdes el cuello y yo lanzo un gemido, el aire acondicionado opaca el sonido. Tus manos se meten bajo mi falda y pronto siento tus dedos en mi sexo, tu pene se frota en mi retaguardia, nos movemos con ritmo, quiero más de eso.

Con violencia, consensuada, es parte del juego, me tomas del cabello y me haces sentarme en el retrete, tu pene está tan duro, lo veo con deseo, necesito probarlo. Abro la boca y mi lengua acaricia cada recobeco, siento tus fluidos, salados, tu piel es suave, acaricio tus bolas con cuidado, tu pene entra cada vez más en mi garganta, puedo ver como echas tu cabeza hacia atrás, comienzas a gemir y entonces me detengo...

Sonríes, sé que quieres más, pero yo también. Me levantas y me pones de espaldas contra el lavabo, haces mi braguita de encaje a un lado y dejas que tu pene entre, no sabes si fue mi ano o mi vagina, solo quieres estar dentro de mí, comienzas a embestirme con furia, muerdes mi cuello y con la mano libre acaricias mi clítoris. Comienzo a gemir, nos movemos más rápido, con furia, con deseo.

Al final puedo sentir tu semen bajando por mi muslo. Tomas un poco de papel y lo limpias, un caballero ante todo.

Me rodeas por la espalda y acaricias mis tetas, quieres dejarme gimiendo, lo sé. Me masturbas otra vez, me mojo a chorros y por fin, te subes el pantalón, te lavas las manos y sonríes. Sabes que me gustó, sabes que amo estos juegos.

Sales primero, te vas sin rumbo fijo. Luego salgo yo, voy a la barra y recojo mi café, bebo un sorbo y me voy, perdiéndome en esta gran ciudad.

Otro día, otro encuentro fortuito...



lunes, 29 de agosto de 2022

Squirt en el baño del bar

 Lo habitual para mí era ir a cualquier bar y beber en la barra, pero esa vez fui a una mesa al fondo del bar en el que había conocido a Lorna. 

Sabía que jugaba con fuego, pero ustedes que aman el sexo saben que no hay nada más erótico que cocer con extraños.

Un par de chicas se acercaron pero nada, sin quimica ni ese fuego en la mirada, hasta que se acercó Esther.

Estatura media, robusta y tomboy, rasgos toscos, poco agraciada, presencia imponente. Saludó y su voz era rasposa y gruesa para ser mujer.

Me dijo que era guardia de seguridad en una tienda departamental, se lamia los labios dejando ver una lengua más larga de lo común.

Yo, obvio llevaba falda y tanga, estaba vestida para la guerra.

Mientras ella se acercaba a comentar cosas triviales del bar como que le gustaba la música o lo helada que estaba la cerveza, yo bajé sutilmente mi escote dejandola ver mejor mis tetas.

Ella dijo la vista en mis pechos y yo sonreí, nos miramos y fingi derramar cerveza en mi pierna, Esther, con malicia fingió ayudarme a limpiar pero, su mano comenzó a acariciar mi pierna con descaro. Me apresuré en colocar mi chamarra sobre las piernas y cubriendo su traviesas mano.

Así, de forma clandestina, sus dedos anchos y calludos, resultado de su larga trayectoria en trabajos duros, comenzaron a masajear mi palpitante vagina. Entrando con osadía entre la tela de mi ropa interior y mi piel, acariciando mi vello púbico, luego muy suavecito se deslizó hacia mi clitoris, mientras con su dedo medio entraba a mi vagina con cautela. Yo me mordí los labios, quería gemir, pero debía controlarme o de lo contrario nos sacarían de ahí. 

Nos rodeaban personas, algunos platicando y otros bailando, nosotras nos miramos a los ojos y sonreímos, Esther continuó masajeando mi vulva con tal maestría que ahogue un par de orgasmos. 

Sacó su mano y estaba mojada. Sin pudor alguno se chupó el dedo medio. 

- Quiero probar más. 

Dijo mientras me veía fijamente. Fuimos al baño y nos metimos al último cubículo, se puso de rodillas y levantó una de mis piernas, dejando espacio libre para que probara mi sexo. 

Su lengua larga penetro muy bien en mi vagina, acariciando muy bien toda la entrada. Con sus dedos entró por mi culo, usando mis fluidos como lubricante y masajeo mis senos con sus manos toscas. 

Una lluvia de squirt cayó sobre su cara, pero ella seguía comiéndose mi coño. 

Le pedí su número y al día siguiente nos vimos para comernos todo en mi departamento.



domingo, 28 de agosto de 2022

Aventura anal con mi ex jefe

Don Fermin me había pedido vernos en un motel barato a las afueras de la ciudad, quería comerme el coño y platicar, costumbres de hombres en edad madura, no representaba gran esfuerzo y pagaría muy bien.

Su lengua caliente acariciaba con maña mi clitoris, sus bigotes canosos hacían cosquillas tan rico que me hizo gemir varias veces. Al terminar se recostó con la cara recargada en mi culo y comenzó a hablar de sus planes con la tienda, que quería llevar a su esposa de viaje como regalo de aniversario. El viejo aparentaba lo contrario, pero tenía buen dinero guardado, podría sólo dedicarse a recoger ganancias, pero no le gustaba la idea de estar todo el día metido en su casa y quería seguir comiéndose mi vagina.

-¿Qué haría sin tu rica panochita para alegrarme los días? Es un gusto que puedo darme, así como mi vieja se va a sus juntas con las viejas esas de la iglesia, yo disfruto venir y mamártela un ratito.

Sacó mis 4 mil pesos y los puso en la cama, se acarició el pene, lo tenía parado.

- ¿Te han cogido por el culo?

- Eso no. No me gusta.

- ¿Ya lo hiciste?

- No, me va a doler.

- ¿Cómo sabes que no te gusta si nunca lo has probado?

- ¿Apoco a usted le gusta por el culo?

- Nomas dar.

- No, yo le digo cuando vaya a animarme.

Después de esa conversación pasaron meses, casi un año, yo salí con Beto, luego conocí a Juan, el taxista y las cosas cambiaron.

Don Fermin había pasado una buena temporada de viaje con su esposa, visitaron familiares, al volver había nacido su segundo nieto y por una u otra razón, no nos habíamos podido ver. Pero yo quería dinero, así que le mandé un mensaje sugerente y sutil: Sobre la última vez, ya comprobé que sí me gusta eso. Saludos.

En menos de media hora hizo tiempo para vernos en el mismo motel de mala muerte.

- Quiero comerte toda la panocha y luego te cogere bien duro por el culo.

Sentenció mientras se quitaba la ropa.

- Primero salude-dije en tono bromista, él se acercó y me bajó la blusa, comenzó a mamar mis tetas, la verdad sabía como ponerme cachonda y bien mojada al mamar mis tetas. 

- Cómo extrañaba todo de ti, tus chichotas, tus nalgotas- manoseando - tu panochita peludita- tocando mi coño.

Me empujó a la cama y comenzó a cumplir lo prometido. Una vez que quedó satisfecho con mis fluidos, me puse lubricante en el ano, sabía lo que pasaría ahora.

Él comenzó metiendo un dedo con calma, con la otra mano masajeaba mi vagina, de repente con su pene me acariciaba el clitoris, entonces con suma cautela comenzó a entrar por mi ano, penetrando suavecito y rico. 

Yo lo acompañe con movimientos de cadera, íbamos al mismo ritmo, pero el morbo de hacerlo anal pudo más y comenzó a embestirme bien duro que no tardó ni los 5 minutos, su leche entró completita a mi ano, pude sentir lo caliente de su semen.

- Cada vez es más rico cogerte... - dijo mientras se tumbaba exhausto- Limpiate un poco mis mecos y vienes.

Obedecí, me limpié con papel de baño, al final me bañaría.

- Ponme tu rica puchita en la cara, quiero que me la restriegues, te la voy a mamar todita. 

Dijo antes de comerme riquísimo el coño. Al final me dio un fajo de billetes, me bañé y me dejó en la parada de taxis. Yo fui directo a mi depa a contar el dinero, eran casi 20 mil y una nota que decía ''Tú me devolviste las ganas de vivir y eso vale más que nada, cómprate cosas bonitas, yo invito'', aparte de caliente, el viejo tenía corazón.

Me compré algo de ropa y pagué dos meses de renta por adelantado, en ese tiempo vivía en un cuartito muy pequeño que solo costaba mil pesos al mes. El resto lo usé como fondo para emergencia y el principio de un ahorro para poner mi negocio. 

Flor y Lorna

 Lorna se aferraba a mi vagina y succionaba mis fluidos con pasión, yo me retorcía entre las sábanas gemido tras gemido.



Terminamos, desnudas bajo la luz de luna que entraba por la ventana sin cortina, ahora vivía en un doceavo piso, así que teníamos una vista envidiable. 

Además de dar un oral delicioso, Lorna era trabajadora, se había forjado una carrera en tiempos en los que la igualdad laboral entre hombres y mujeres era un asunto raro, desde los 15 trabajaba para mantener sus estudios, al terminar su carrera tenía 22 años, 7 años le bastaron para ser la líder de proyectos en una empresa de mercadotecnia, dejando de lado a hombres temerosos de su capacidad laboral.

Cuando la conocí, yo tenía 21 y ella 28, había tenido una pelea con César, mi ex, un chico de mi edad que además de ser demasiado simple en la cama, era infiel. Luego de esa noche con Lorna, nos volvimos a ver cuando ella estaba en una celebración de su ascenso en el trabajo, la acompañaba Rob, su colega, un tipo alto y narizón, él no sabía que Lorna era lesbiana y esperaba tener oportunidad con ella.

Pero esa noche Lorna se sentía la reina del momento, Rob se marchó a casa con un sabor amargo al verse simplemente rechazado, yo me quedé con un par de amigos, cuando se fueron permanecí sola en la mesa, esperando que sus colegas la dejaran sola. El plan salió perfecto, fui al callejó de al lado a fumar y ella me siguió.

- Te vi.

- Lo sé... ¿y el narizón ese?

- Quiere conmigo, pero yo no quiero con él.

- ¿Vamos a otro lado?

- Me cambié de casa, te gustará mi nuevo depa.

Esa noche cogimos más rico aún, yo tomé el control y le di unas ricas mamadas de vagina, además nos frotamos tan rico que de nuevo nos mojamos toditas, ella sacó sus juguetes, un vibrador con el que nos masturbamos juntas.

Fumamos y comenzó a contarme sobre su vida. Seguimos viéndonos ocasionalmente por un año mientras ella iba y volvía con su pareja y yo iba y volvía con diferentes tipos, hasta esa noche.

- Creo que tenemos que dejar de hacer esto...

- ¿Hice algo malo? - recargada en mis codos, mientras ella terminaba de hacerme un oral.
- Tú no, tu coño es delicioso, cada día das mejores mamadas de vagina, cogemos delicioso...
- Pero...

- Voy a volver con Lucía.

Lucía era su gran amor, una chica regordeta con estilo tomboy, sus dedos, según contaba ella, eran igual o más efectivos que un pene, pero había algo que hacía especial cada encuentro sexual que ellas tenian: el amor. 

Había una simbiosis de amor y sexo, Lorna quería estar con Lucía, la amaba y estaba dispuesta a solucionar sus problemas y serle totalmente fiel. 

Ese aspecto es el que envidiaba de ellas, yo jamás había sentido el amor de verdad, me limitaba a sentir placer, la adrenalina de un sexo cada vez más osado, el erotismo a flor se piel, sin ternura, sin alma, solo eso. 

Había aprendido tanto de Lorna, ella siempre me decía que yo era como su versión joven, más inexperta. 

- Esto es para que siempre lo lleves contigo. Es de plata, para que si lo mojas no se te ponga azul el cuello. 

Yo dejé que me pusiera el collar, era minimalista y hermoso, Lorena tenía buen gusto, tenía un dije en forma de flor. 

- En realidad me llamó Dulce Alba... 

- Ya lo sabia, vi tu credencial pero, ¿por qué flor? 

- Una amiga a la que quise mucho decía que ese nombre me iba mejor porque, según ella, yo era bella y suave como un pétalo y siempre olía muy bien como una flor. 

- Tiene razón... Tu coño es como una hermosa flor rosada-dijo con una sonrisa. 

- Si sigues voy a comerte el coño otra vez. 

- Trataré de llamar y vernos... Bueno, solo para tomar café. 

- Espero que así sea. 

Dije antes de irme. No vería a Lorna dentro de los siguientes 5 años. 






sábado, 27 de agosto de 2022

Cuando conocí el placer de masturbarse

 No supe desde cuando comenzó mi fascinación por el sexo y el erotismo. De niña veía las telenovelas y películas, de repente alguna escena sensual se colaba entre lo que se le permitía a un menor ver, así fue como me enamoré de los cuerpos.

En caso no éramos ricos, pero tampoco teníamos grandes carencias, era una familia ''tradicional'' de padre, madre e hijos, pero esa cotidianidad me orilló a buscar más. Un día descubrí las revistas eróticas que mi padre guardaba bajo el armario de la escalera, preciosas vaginas y hermosos penes ante mí, yo quería ser como esas personas, quería estar en una de esas revistas y sentirme libre de mostrar mi cuerpo.

Al pasar los años, cumplí los 12 y tenía una amiga llamada Ariela, ella era muy vivaz, cariñosa y sabía mucho de tantas cosas, ya había besado chicos y según sus palabras ''llegado a segunda base'', me gustaba ir a su casa porque era grande y a sus padres no les molestaba que estuviéramos horas escuchando música en su cuarto, su lógica era que si Ariela estaba con amigas, no había ningún peligro, pues los hombres eran los causantes de embarazos y ''malas ideas''.

Entonces estábamos Ariela, dos coca colas y yo, sentadas en la cama escuchando música de su nuevo CD de Britney Spears y leyendo las clásicas revistas para adolescentes, un apartado hablaba de la masturbación, yo no sabía exactamente de qué se trataba.

- ¿Cómo no vas a saber, Flor?

- Pues, es que no lo sé.

- ¿Nunca lo has hecho?- inquirió con mirada maliciosa, resaltando las pecas del rostro.

- No... 

- No sabes de lo que te pierdes.

- ¿Tan bueno es?

- Es casi como el sexo, pero sin el miedo a embarazarte, lo puedes hacer tu sola y es rico.

- Podría intentarlo luego.

- Te puedo enseñar.

- ¿En serio?

-Sí.

Respondió antes de meter su mano bajo mi falda escolar, sus dedos acariciaron la raja de mi vulva, yo no sabía en ese momento, pero estaba sintiendo placer.

- Se siente bien...- dije mientras apoyaba la espalda en la cabecera de la cama.

Ella se acomodó pegada a mí, también con la espalda apoyada en la cabecera, metió su mano en mis pantaletas y comenzó a acariciar mi joven e inexperto clítoris, con la otra comenzó a darse placer ella misma.

Sin planearlo, como si tuviera vida propia, mi cadera comenzó a moverse al ritmo de sus dedos, ella hacía lo mismo, nos miramos a los ojos y nos besamos antes de lanzar un gemido juntas. 

- ¿Te gustó?- preguntó mientras yo me deslizaba en la cama, respirando agitada.

- Sí... mucho.

- Eso es masturbarte. Puedes hacerlo tu misma cuando estés sola en tu cuarto. Eso sí, ponle seguro a la puerta para que nadie te interrumpa.

Después, nos pusimos a jugar un poco con su nintendo antes de que tuviera que irme a casa.

Al llegar comí con mi familia como regularmente, luego llegó la hora de irse a la cama, así que hice lo que Ariela me había aconsejado y le puse el seguro a mi puerta.

Comencé a explorar mi sexo, acariciando todo mientras descubría nuevos puntos de placer, froté mi mano contra la vagina, luego con mis dedos, muy suavemente acaricié mi clítoris, aumentando la intensidad hasta ahogar un gemido con la almohada, pensaba en Ariela y las imágenes de las revistas de mi padre mientras llegaba al clímax.

Mi espalda se retorcía bajo las cobijas de mi cama, mi primera vez masturbándome sola. Sentí que había descubierto una nueva forma de disfrutar la vida.

Ese fue el comienzo de una costumbre que repito de forma regular, a veces sola, a veces con ayuda de algún desconocido en un lugar público, pero esa ya es otra historia.



Fantasía de una noche de verano

 Estaba aburrida, me acababa de independizar, pero no tenía novio ni amigos en esa ciudad y para acabarla estaba con ganas de sexo.

Me puse mini falda, botas altas, chamarra de cuero y un top escotado, camine por el centro de la ciudad hasta donde los letreros de neón me llevaron.

Recordé a Lorna, tan lejos de ella, tenía ganas de coger así de rico, pero también de tener un pene entre las piernas, lo mejor de dos mundos. Esa noche me tomé un par de cervezas en aquel bar, una pareja me sonreía pero nada relevante.

Al día siguiente volví y vi a la misma pareja, ella era de piel dorada y cabello largo, él era rubio de cabello oscuro.

La tercera noche ella se acercó, su nombre era Susana y su pareja era Zack, él era de Lyon, Francia, ella era de Venezuela.

No hablaban mucho, pero sabía lo que buscaban.

Fuimos a su departamento, estaba en una zona acomodada de la ciudad, comentaron que lo habían alquilado por medio año mientras él atendía asuntos de trabajo en la ciudad, después volverían a Lyon, pero como aquí nadie los conocía y no había que guardar apariencias como en su exclusivo vecindario, entonces tuvieron la idea de comenzar a cumplir sus fantasías.

Ella tenía unas tetas grandes, se había operado unos años antes, pero habían sido perfectamente esculpidas, sin imperfecciones, forma muy cercana a lo natural, de no haberme comentado ni siquiera hubiese notado que habían pasado por el bisturí.

Por su parte, él tenía varios tatuajes tribales por la espalda y brazos, fornido sin llegar a exceso, acudían al gimnasio de forma regular. Su pene era grande y rubio, un hermoso pene si me lo preguntan.

Me ofrecieron vino fino, champaña, trufas de chocolate y comenzaron a bromear, entonces ella trajo dos hermosos atuendos de encaje para que yo eligiera, era un sueño, pensé que tal vez solo estaba dormida.

Me puse un babydoll púrpura, tanga de encaje que dejaba ver mi coño peludo, ambos se lamieron los labios al verme.

El pene de Zack estaba erguido, definitivamente tenía que probarlo.

- ¿Te gusta?

- Sí...- dije.

- Puedes probarlo- dijo ella.

Me acerqué con timidez y comencé a mamarlo, estaba limpio, apetecible, Susana comenzó a acariciarme el coño y el culo, mientras yo estaba de rodillas mamando el hermoso pene de Zack, era tan delicioso, incluso su olor, su sabor, nada que ver con el fuerte aroma que despedía Beto aún después de bañarse.

Antes de siquiera correrse, Zack me detuvo, me besó en los labios con pasión y luego tocó el coño de su esposa.

- ¿Te gusta anal?- inquirió ella.

- Me encanta.

Zack se puso un condón y comenzó a acariciarme el culo, jugueteó con mi ano y su glande, Susana seguía acariciando mi coño, entonces me puse de rodillas, ella se sentó con las piernas abiertas, Zack comenzó a penetrarme y yo a comerme el coño de la chica.

Las suaves manos de Susana acariciaban mi cara y cabello, mis manos se aventuraban a entrar con delicadeza por su sexo y subir a masajear sus perfectos senos, Zack me cogía con más intensidad y lancé un gemido.

Después de un rato, ahora Zack se sentó y me hizo montarlo, Susana se puso a mamarme el culo, Zack me penetraba rico y lento al tiempo que su cara estaba entre mis senos. Luego, entre los dos me chupaban los senos, estaba extasiada, ambos despedían un aroma y sabores exquisitos.

Una hermosa pareja tan deliciosa y cachonda. 

Una vez más me puse a mamar el rico pene de Zack y Susana se puso bajo mi coño a comerse todo, luego Zack cogió a Susana y yo le mame sus ricos senos. 

Logramos que el hombre se corriera tres veces, pero para la 4ta ya estaba más que seco, Susana y yo nos comenzamos a besar con pasión mientras él fumaba un cigarrillo y disfrutaba de la escena, nuestras piernas entrelazadas se abrieron hasta hacer nuestros sexos coincidir, moviéndonos al ritmo del gemido, empapadas es poco, nuestros fluidos quedaron por el piso como marca de una gran faena. 

Nunca olvidaré el olor de ambos, las grandes y perfectas tetas de Susana, el hermoso y rico pene de Zack, han pasado algunos años y aún recurro a mi memoria de esas noches cuando quiero masturbarme, una fantasía cumplida que superó todas mis expectativas. 



P. D.: gracias por leer, que exitante es saber que les gusta, les deseo noches de mucho sexo y orgasmos deliciosos. 


jueves, 25 de agosto de 2022

Grandes decepciones y sorpresas

 A Beto le encantaba que le chuparan el pene. Pero yo nunca había chupado uno, estaba acostumbrada a que me chuparan el coño, la idea de sumisión me asqueaba, aunque estaba tan cachonda que accedí.

Teníamos un mes saliendo y cogiendo, vivía solo, a veces me quedaba a dormir con él. Al principio fue sexo de misionero, luego en 4, luego me pidió una mamada, pero sin pedirla, solo me empujó la cabeza hacia su miembro.

- Nunca lo he hecho...

- Yo te enseño.

- ¿Tu sabes mamar pitos?

Él se rio.

- Ya sabes a lo que me refiero- respondió mientras tomaba su pene delgado y largo con ambas manos, ofreciéndomelo.

Estaba limpio, olía a jabón, lentamente comencé a darle besitos.

- Pásale la lengua...- pidió con excitación.

Le pasé la lengua por el glande y lo acaricié con ambas manos, él empujó mi cabeza y eso me molestó, quería que me dejara ser yo la que manejara la situación y él solo lograba bajarme la lívido con su actitud de macho hosco.

- Qué rico la mamas, mi amor- pronunció mientras echaba la cabeza hacia atrás. 

A decir verdad, antes de él había tenido sexo con Lorna y claramente Beto era pésimo en el sexo, ni siquiera había juego previo, él quería meter la pija y ya, salía con él porque en verdad me gustaba, su conversación era interesante, pero pésimo en la cama.

Continué cinco minutos y fingí ganas de orinar, me lavé los dientes y salí del baño.

-. ¿Seguimos?

- Pues... es que ya es tarde.

- ¿Qué pasa?

- Beto, no sé, no me prendo, sorry.

- Me vale madres, tú solita viniste hasta aquí, ahora me cumples- tomándome del brazo y haciéndome caer sobre el sofá.

- ¡Vete a la mierda!- dije dándole una bofetada- Eres un idiota.

Me fui con mis ansias a otro lado, caminé pero ningún taxi pasaba, ya me había cansado de esperar.

- Señorita, súbase- dijo un taxista de ruta- Voy para mi casa en Puerto Alegre, te puedo dejar donde puedas agarrar transporte.

- Voy para el mismo rumbo.

Respondí sin mucho ánimo, él me miró de pies a cabeza, no me había dado cuenta de que el escote de mi blusa estaba más abajo de lo normal.

- ¿Triste?

- No... solo harta.

- Dicen que los taxistas somos como psicólogos.

Sonreí y por impulso le conté que acababa de terminar una relación, que tuvimos un problema en la cama y todo terminó.

- Pero usted no terminó- dijo en doble sentido.

- ¿Cómo?

- Con todo respeto, pero no puedo dejar de verle los senos y las piernas, perdón- dijo mientras daba un vistazo y luego volvía al volante. De alguna manera sus palabras me calentaron, estaba muy caliente aún, queria coger, quería tener un orgasmo y no tenía ganas de masturbarme, quería que me mamaran todo, que me tocaran todo. Sin pensar, tomé su mano, lo miré a los ojos mientras estábamos por una calle sola y oscura, abría las piernas y ahí la puse. Él se quedó en silencio y comenzó a tocar con mucha cautela.

- Está mojada...

- ¿Sí?

Sus dedos comenzaron a masajear mis labios sobre la tanga, marcando la raja como si estuviera dibujando. Se aventuró a meterlo dentro de la tela y con cuidado deslizó uno de ellos por mi vagina. Tomó el volante con la izquierda y giró hacia una calle de terracería en medio del camino, apagó las luces y apartó justo enmedio de la nada.

Me calenté al máximó y me recosté de espaldas, abriendo las piernas para que él hiciera lo suyo. Pensé que solo se sacaría el miembro pero no, hizo a un lado la tanga y comenzó a comerme todo, su lengua pasaba por todo mi sexo, sus manos masajeaban mi culo y tetas.

Tenía tantas ganas que lo monté con fervor, él se puso a mamar mis senos con hambre y calor, pero ese calor delicioso que solo el morbo de sexo con desconocidos puede dar.

Nos besamos, su lengua se aferró a estar cerca de mi garganta mientras su verga entraba y salía de mi vagina.

Entonces me aventuré a ponerme de rodillas dándole la espalda, el comenzó a lamerme el culo, me dio varias palmadas que, pese a doler al momento, aumentaron mis ganas de sexo.

Pasó su pene, que estaba bastante grande, por mi vagina mojada y lo frotó varias veces, quedando empapado, con delicadeza comenzó a entrar por mi culo, yo nunca había tenido sexo anal, estaba tan cachonda que pedí mas y yo sola movía las caderas hasta que sentí su semen caliente dentro de mi culo y en mis nalgas.

Pero no acabó ahí, porque este hombre buscaba darme todo el placer que momentos antes me habían negado, comenzó a comerme el coño una y otra vez, haciéndome entrar en un bucle de placer sin fin, perdí la noción del tiempo y el espacio con su lengua juguetona en mi vagina, me olvidé del mundo, de todo, gemí como si fuera el último sexo de mi vida, me aferré a su lengua apretando con mis muslos, incluso tuve lágrimas de placer al sentir como succionaba con más fuerza en cada orgasmo.

Terminé cansada y satisfecha, estaba lista para dormir a pierna suelta.

Me dejó en la puerta de mi casa, el asiento había quedado empapado de mis fluidos y su semen, el aroma a sexo plagado en el aire. Una fantasía más cumplida.

Le di mi número, se tendría que repetir.

Esa noche me di un baño caliente para quitar los fluidos de ambos, aún tenía semen en mi ano, estaba adolorida pero era esa clase de dolor que se disfruta, me ardían las nalgas por las palmadas que me habían dejado la piel roja, preferí no pensar porque el recordar comenzaba a ponerme cachonda. Dormí a pierna suelta y desperté hasta el mediodía.

Sobre Beto, me volvió a llamar pero lo dejé plantado.

Jugando en el baño de un café

 Sola en mi habitación, recordando tu cuerpo, tus ojos y tus manos recorriéndome por completo. ¿Qué fue de ti? La pregunta queda en el aire ...