miércoles, 24 de agosto de 2022

Trabajando en la tiendita por la noche

 Como ya había comentado, de los 16 a los 18 trabajé en una pequeña tienda de conveniencia y mi jefe era un cincuentón pervertido.

Al principio solo me miraba el culo y las tetas mientras me ofrecía dinero por darle el culo, pronto aprendí que podía sacarle provecho al degenerado. 

Después de que Román me rompiera el culo y el corazón, me enfoqué en estudiar y tuve uno que otro encuentro con algún compañero del bachillerato. Pero al cumplir los 18, estaba quebrada, en casa no había muchos ingresos y yo quería comprarme cosas lindas, salir con mis amigas, pronto una vecina mía, un poco mayor que yo, me dio la solución a mis problemas.

- Dejáte de boberas, ve con el vegete ese de tu patrón y sácale la pasta que necesitas. 

- ¿Pero cómo?

- Tienes este culo, úsalo- dándole otro trago a su cerveza. Un tipo en bicicleta pasó sinvándonos y ella se levantó- ¡Idiota, lárgate!- volvió a sentarse en la banqueta- Te trae ganas, no se lo sueltes tan pronto, muéstrale las tetas sin nada un día, luego lo dejas tocar poquito, luego le dejas verte la concha, haz que se le antoje al tipo, cuando lo tengas más antojado, ofrecele sexo, pero nada de besos, solo media hora y ya, de misionero o perrito, como te de menos asco, le cobras bien, ya antojado lo paga seguro.

- Pues... no estaría mal.

- Aplica la misma que aplicaste cuando quieres faltar o que te aumente el sueldo, solo que más... intenso.

El plan de mi amiga Luna me encantó, sabía que el tipo me tenía ganas, dos años guardándome la leche y esperando que le soltara el culo. Así que pronto, en la primer oportunidad, comencé a llevar escotes más pronunciados y ropa de lo más ceñida.

- Señor... ¿limpio la vitrina?- le dije un día mientras me acariciaba los senos, él se quedó embobado con lo que mis manos hacían.

- Me lo pones bien parado, mijita... qué ricas chichotas.

- ¿Quiere verlas?

- Pide lo que quieras... 

- Vamos... - guiándolo a la cobacha, él puso el letrero de ''cerrado por inventario'' y entró de repente, sacó la cartera.

- ¿Cuánto trae?

Él sacó dos de 500, yo me bajé la blusa tan lento que comenzó casi a babear.

- Qué deliciosa... - dijo al tiempo que acercaba sus manos.

- No... usted pagó por ver.

Él sacó otros tres billetes de 500.

- Déjame mamártelas...

- Puede tocarlas, nada más.

- Ni modo... a ver- dijo antes de poner sus manos sudorosas sobre mis senos con pezón erguido. Las masajeó con ansias y se tocaba el pene por encima del pantalón de vez en cuando- Son tan suavecitas, suavecitas como lo imaginé- dijo mientras quitaba sus manos- Me saliste cara... - suspiró- Qué ricas están... Pero si sigo voy a querer cogerte aquí mismo, y ahorita no cargo tanto dinero. 

- Tenemos que abrir la tienda o van a sospechar... ya sabe como son las viejas chismosas de por aquí.

- Es cierto, preciosa- dijo mientras me daba un beso en la mano- Eres toda una mujer... 

Ese día me dejó salir temprano, volví a casa con 2 mil pesos solo por haberme dejado manosear las tetas.

Pero al día siguiente me propuse volver con más de 5 mil. Ese día le llegarían unos pagos de tres clientes, el viejo recibiría aparte las ganancias de su otra tienda y tendría más de 50 mil a cuestas, con suerte más, no iba a ser tan aprovechada, pero también pensé en sus acosos siendo menor de edad y pensé en llegar con más de 10.

Me maquillé perfectamente, me puse el perfume que tanto decía que le gustaba, me puse una tanga ajustada, una mini falda pegadita para antojarlo y un pantalón de licra pegadito que marcaba un poco mi concha que usaría mientras estuviera trabajando. Una blusa ajustada que resaltaba mis tetas y los labios carmesí, toda una puta. 

Camino a la tienda los tipos me chiflaban y veían el culo, hasta el más serio se quedaba embobado con mi culo y piernas.

- Buenas tarde, niña- dijo él, fingiendo ser un señor amable- qué rico culo se te ve- dijo en voz bajita cuando pasé a su lado.

- Buenas tardes, voy a cambiarme, vengo de casa de una amiga y no me dio tiempo.

- Don Efraín, le dejo estas cajas listas- dijo el empleado del otro turno mientras se preparaba para irse.

El compañero de mi turno había renunciado dos semanas antes, se iría de la ciudad con su familia, así que solo esos días podría llevar a cabo mi plan.

Cuando el compañero se fue, don Efraín no dijo nada, me pidió acomodar una mercancía y ordenar aquí y allá. Me la pasé agachándome y estirándome para que se me marcara el culo, pero el viejo no reaccionaba, la tienda cerraba a las 11 y el tipo no me hacía caso, me estaba frustrando. Hasta que a las 10:30 no había un solo cliente.

- Yo creo que cerramos temprano- dijo y se dispuso a bajar la cortina de metal.

Yo fingí agacharme a recoger algo para que se me marcara el culo.

- Qué rica te ves hoy... todo el día me tienes con el chile parado, mija.

- ¿Le gusta como me veo?, espéreme tantito- dije y fui rápido al locker para ponerme la falda, cuando me la puse salí y me la levanté poquito, para que viera que tenía tanga.

- ¿Me andas antojando, verdad?

- El antojo ya lo trae desde antes.

- Quiero mamarte las chichis- sacando 3 mil pesos, yo me bajé la blusa y dejé que se diera vuelo lamiendo y dando pequeños mordiscos, puso su cara entre mis tetas y las lamio de nuevo, succionó mis pezones y jadeo un montón.

- Déjame verte la pucha- sacando dos de 500, una vez que dejó de lamerme las chichis, tomó un respiro y se calmó un poco, tomó agua.

- En la cobacha está bien- dije mientras tomaba un refresco que obvio no pagaría.

Me senté sobre el escritorio y abrí las piernas, mi concha marcada por la tanga estaba a la vista.

- Pero...

Me puse de espaldas, paré el culo y me levanté la falda, a él se le paró la verga.

- Si quiere más... ya sabe.

- Quiero mamarte la pucha- sacando la cartera, tomó 3 mil pesos, pero yo negué con la cabeza, sacó 4 mil y me senté en la silla del escritorio con las piernas abiertas, lo dejé que él me quitara la tanga.

- Mejor aquí- dijo mientras tendía un tapete viejo en el suelo y ponía su chamarra como almohada para mí- para que estés cómoda- sonriendo- no quiero que te lastimes, quiero que goces- dijo mientras acariciaba mis piernas con calma y deseo, suavemente llevó sus dedos a mi pubis y luego los olió- huele bien rico, así ha de saber... qué rica se ve- dijo al tiempo que bajaba y comenzaba a besar mi coño. Estuvo un buen rato lamiendo mi coño, no voy a negarlo, me hizo gritar, su lengua se daba vuelo y esas mañas de la edad lo hacían dar unas mamadas de coño tan ricas que me mojaron toda.

- Te dije que te haría gozar- dijo mientras se relamía los labios y se levantaba. Yo aproveché y me puse en 4 para antojarlo y sacarle más, no iba a irme con menos de 10.

- No seas así... - dijo mientras me veía el culo, yo me entreabrí las nalgas y me toqué el clítoris.

- ¿Cuánto por dejártela meter?

- Ofrezca.

- No traigo condones, mija, no te quiero dejar panzona.

- Yo traigo- sacando dos de mi bolsa.

- Te traigo tantas ganas y sé que gratis no me las vas a soltar...- sacando la cartera de nuevo, esta vez sacó un fajo, eran 15 mil, sin chistar me los dio, los guardé rápido.

Él se sentó en la silla y yo comencé a frotar mi culo contra su verga, lo dejé besarme las nalgas, masajear y dar una que otra palmadita. Me puso la mano en el coño mientras mordía despacito mi cuello por detrás, su otra mano me masajeaba los senos con ansias.

- Hueles bien rico, ya quiero metértela.

Le puse el condón yo misma y también comencé a sentarme en su verga parada, su tamaño era regular, no era grande, pero tampoco era tan pequeña. Me moví con ritmo y lo dejé tocarme toda durante los siguientes 15 minutos, entonces comenzó a quedarse sin aire y paramos, estaba tan emocionado que se estaba hiperventilando, se le bajó la presión, le serví una coca cola y le di su medicamento.

- Gracias mija, estás tan buena y apretadita que mira como me pones- dijo- pero déjame terminar sino me van a explotar los huevos.

- Claro que sí, don Efraín- dije mientras me volvía a montar, pero esta vez de frente y lo dejé mamarme los senos, tardó 5 minutos y chorreó por casi 10, el condón quedó llenísimo.

- Hoy fui el hombre más feliz del mundo, no voy a olvidar el sabor de tus chichotas, de tu rica puchita, de tus nalgas, ni lo apretadita que estás- dijo mientras se ponía el pantalón y yo me ponía la ropa.

- Entonces...

- No le digas nada a nadie, ni a tus amigas, por favor, a nadie porque sino mi esposa puede enterarse y me corre de la casa. Yo la quiero, pero como hombre se me antojan las nenorras como tú a veces.

- Pues...

- Es más, ármate un mandadito para que le lleves a tu mami, unas revistitas para que leas tú que te gusta estudiar o unas botanitas para que veas la tele, ¿unas cervecitas?- sacando una caja grande de plástico.

Al final me llevé 20 mil entre dinero, cervezas y mandado. En mi casa dije que habían hecho inventario y que don Efra muy amable nos dio a todos despensa, que la cerveza la había comprado yo.

Desde ese día de repente lo dejaba chuparme las tetas por 2 mil pesos, manosearme el culo por mil y toda la cerveza gratis que quisiera, tenía el horario que deseara y un par de veces cogimos por 30 más, pero solo esas porque su presión empeoró y ya no podía tener emociones fuertes, así que solo me mamaba la vagina de vez en cuando.

Cuando dejé ese empleo casi lloré, al final ganaba muy bien y trabajaba cuando quería, después nos vimos varias veces en moteles, pero esa es otra historia...


1 comentario:

  1. Felicitaciones..adoro a las chicas que saben sacar ventaja de sus atributos sin exigirse demasiado y hasta gozando de lo que hacen..nena, te lo ganaste bien ganado! Besos

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